Hay ciertas ciudades,
o inexistentes u olvidadas,
que periódicamente fertilizan
desconocidos viajeros
del color del invierno o de la bruma.
Pájaros siempre huidizos,
siluetas innumerables
que presagian el despertar
y sucumben en el crepúsculo.
Hay ciertas ciudades
de cuya historia no se sabe nada,
sino que fueron fundadas
sobre cimientos imprecisos.
De cómo sobrevivieron
al triste estrago de la lluvia
podrán hablar hasta el hastío
porque ya nadie les escucha.
Testigo mudo, acribillado
por las sombras en cruz de las gaviotas,
pude pasar por fin al otro lado,
ser uno más en medio de otros muchos.