Dormida en los herbarios de tu axila
donde suena la fuente y la flor fluye
una gota de luz, perla de esfuerzo,
grávida de abandono se desprende.
Madurando cristal, meciendo aljófares,
esparciendo invisibles copos de oro,
destilando calor, lamiendo mieles,
alzando yedras y humillando asombros
por el declive del costado viene
mínima inundación, nilo olvidado,
niágara oculto bajo tu camisa.
Y atravesando tu ecuador rebosa
la luminosa miel desconocida,
luna de tu cintura sudorosa.